Españoles invisibles: Félix Lunar.
Breve historia sobre aquellos onubenses emigrados a los Estados Unidos.
7 agosto 2015 HUELVA BUENAS NOTICIAS
Adolfo Morales. La historia de este hombre merece toda una
declaración de reconocimiento y respeto, homenaje tardío que no por
ello ensombrece la dimensión de su grandeza, su capacidad humana y su
legado sindical. Natural de Aroche, Félix Lunar fue uno de los
precursores del sindicalismo minero onubense. Residió cuarenta y cinco
años en Estados Unidos.
Emprender un largo viaje, sin
olvidar a los que dejas atrás, debido a circunstancias extraordinarias,
puede no ser una aventura cuándo se trata de ir al encuentro de una
tierra de provisión y de oportunidades. Hay que tener una piel especial, y el arrojo de los verdaderos emprendedores. No es fácil, y por eso la providencia suele hacerte tropezar con gente encantadora y con un libro repleto de hojas en blanco listas para llenar con mil y una historias.
La Isla de Ellis, inició su dinámico ajetreo de
inspección y control previo a la entrada de inmigrantes en los Estados
Unidos en 1892 y mantuvo su actividad hasta 1954, por allí pasaron 12
millones de inmigrantes que llegaban en barcos, entre ellos muchos
españoles.

Recientemente el artista francés Jr y el magnifico dibujante Art
Spiegelman han colaborado en un proyecto para mantener vivo su recuerdo.
Los fantasmas de la Isla de Ellis. En aquellas paredes han realizado
magnificas composiciones del paso de los inmigrantes.
Todo el trabajo se plasma en un libro “The Ghosts of Ellis Island”.
Me he preguntado muchas veces si hubo entre ellos, algunos Onubenses que realizaron el mismo viaje.
Si bien los registros escasean y ha sido algo difícil, finalmente la
terquedad de la memoria ha hecho posible el encuentro con hombres
anónimos -los más buscados- y con otros que tuvieron un papel más
relevante pero que también dejaron atrás su casa y sus amigos. Así hoy
rendimos homenaje a aquellos hombres magníficos y en nombre de todos
aquellos que se hicieron invisibles a:
Félix Lunar López, Paco Guerra, Eduardo Criado Requena, Odón Betanzos o el mismo Juan Ramón.
Distinguiendo entre los que la necesidad nos le hizo temblar las
piernas y los que buscaron un refugio a salvo de la barbarie fascista. Cuarenta millones de personas cruzaron el océano en poco más de un siglo.
La ola de inmigración europea al continente americano se concentra entre los años 1820-1930, calculándose en cuarenta millones de personas las que atravesaron el océano.
La hambruna, la represión política, o las otras crisis económicas
escribieron la hoja de ruta de estos ciudadanos. En España la guerra
Civil de 1936-39 dio origen al exilio republicano, pero este se repartió
en mayor número entre Europa e Iberoamérica. Definitivamente, el hambre
y la revolución en 1849 contribuyeron a fomentar la primera gran ola de
emigración, tal y como Vicente Castelló Rosselló desarrolla en “Las Migraciones desde una perspectiva histórica”.

Después del Descubrimiento, América fue siempre un reclamo, pero ir tampoco era cuestión solo de ganas.
Luis Carreño Palma en “La Emigración y Colonización Española de
América”, ya nos recuerda que La Casa de Contratación ejercía de Aduana,
y había que cumplir algunos requisitos imponderables antes de embarcar.
Siendo a pesar de todo constantes las salidas hacia aquel continente,
hasta el siglo XVIII momento en el que la política populacionista
(doctrina que defiende el crecimiento demográfico como algo natural y
positivo y que por lo tanto no se podía parar) de los Borbones
suprimiría estos movimientos.
Mucho más adelante, en 1853 se liquida la prohibición de emigrar a América a canarios y peninsulares,
la Constitución española de 1869 reconocía la libertad de emigrar
aunque se establecía una fianza, que no se suprime hasta 1873.
Conviene recordar que en ese amplio período 1820-1920, España seguía
siendo un imperio, y Estados Unidos un rival que día a día se hacía más
influyente y poderoso. En 1819 España vendió Florida a los Estados Unidos.
En 1898 con la Guerra Española-Americana, Los Estados Unidos tomaron el
control de Cuba, Puerto Rico, además de Filipinas y Guam. Pero es
inevitable el influjo que sustrae ciudades como New York, Chicago o
Boston. Aquellos vientos que comenzaron a mediados del XIX hablaban de
oportunidades, de provisión, de posibilidades para iniciar o para
rehabilitar una vida. En definitiva tener un billete a una existencia
mejor. Así las noticias que llegaban: la Democracia, la industria o el
cine, creaban tendencia, la aventura se hacía más atractiva.

Pero antes regresemos por un instante a Huelva, concretamente a las
Minas de Riotinto de donde parte uno de nuestros singulares por no decir
excepcional personaje, D.
Félix Lunar López. La historia de este hombre merece toda una declaración de reconocimiento y respeto, homenaje tardío que no por ello ensombrece la dimensión de su grandeza, su capacidad humana y su legado sindical.
“El día 11 de Mayo de 1920 me arranqué de mi mujer y mis hijos para
seguir tropezando por el mundo. El 27 del mismo mes, embarqué en Málaga
en un barco francés que me trajo a América. El 8 de Junio llegué a Boston. El 9, a Nueva York, donde desembarqué. Y el 13, a Canton (Ohio), que era mi destino. Al llegar a Canton, tenía quince dólares.”
Félix LUNAR LÓPEZ. De Aroche a Norteamérica pasando por Rio Tinto.
A cielo abierto. De Riotinto a Norteamérica. Es un
relato en primera persona, escrito por Félix Lunar con tintes
autobiográficos en los que desbroza su niñez, adolescencia, la vida en
la mina, su socialismo innato, su activismo como sindicalista primero y
como
Concejal Socialista después y finalmente su destierro voluntario a Norteamérica.
Despedido, incomodado y sin el sometimiento a las directrices
políticas de sus afines, no le quedaba otro remedio. Cuenta su azarosa
vida llena de “tropiezos” como le gustaba resumir. Trabajó en favor de
una clase obrera en ayuno intelectual, a la que defendió con habilidad
en una comarca cuya especial complejidad en aquellos días, es notoria.
En palabras de José Romero Delgado, nunca mejor definido como
“Autoformación de un líder democrático”. La Fundación Pablo Iglesias
mantiene un escueto registro resumen de su trayectoria sindical.
Nace el día 20 de Noviembre de 1878 en Aroche, en
una casa ubicada en la calle Tropiezos, adjetivo que usará para definir
en más de una ocasión los giros a los que la vida le sometió. Hijo de
humildes labriegos que solo conocían la tierra y el sol. Pronto aprendió
a leer y a comprender con facilidad. Con gran capacidad para retener y
recitar, sus lecturas se centraban en “romances de ciego”, de los que
corría gran profusión en España: “Diego Corrientes”, “Los Pajaritos” “El
Ganso de la Catedral”, entre otros.
Recuerda, “Fueron mis únicos libros de texto. Los guardaba como
oro en paño. Podía recitarlos todos de memoria. Algunas veces mi madre,
sentada a la resolana con las comadres del barrio, zurciendo los trapos,
me llamaba para que les dijese un romance. Yo, muy orondo, les mostraba
la lista para que escogiesen. Los recitaba como un papagayo y me ganaba una ovación”.
Juan “Gonsales” jefe en los talleres de la mina de Tharsis, y su
mujer prima hermana de mi madre, vinieron a Aroche en el viaje de
novios y se hospedaron en nuestra casa. Al marcharse, quisieron llevarme
con ellos. Yo en el pueblo no tenía ningún porvenir. Con ellos, podía
ser un mecánico. Mis padres no tendrían que ocuparse de mí para nada.
Y el día que yo llegase a ganar un jornal, no me retendrían parte
alguna del mismo; lo enviarían íntegro a mis padres.No fue la única vez
que el cariño de mis padres obstaculizó mi porvenir.
La sencillez de aquellos años se resumen en una frase “realmente, mi primer par de zapatos fue el hito que marcó la división entre mi niñez y mi adolescencia”.
Al muchacho de 19 años le sorprende la hora de ir a servir al Rey Alfonso XIII.
El 12 de Febrero de 1897 sufrí el sorteo de quintas. Esta quinta fue
extraordinaria. En plena guerra de Cuba, había gran demanda de carne de
cañón. Por esta circunstancia, fui llamado a filas en el último
reemplazo. A fines de Junio del mismo año, salimos del pueblo los
postreros nueve mozos útiles que quedábamos. Era mi primera salida al
mundo, y de un tremendo dramatismo. La primera vez también que
vi llorar a mi padre. En la zona de Huelva fuimos destinados todos al
segundo batallón del regimiento de Pavía, número 48, de guarnición en
Cádiz.
En aquellos momentos, todos los primeros batallones de los regimientos estaban en Cuba.
En Cádiz, a la sazón había dos batallones: el segundo de Álava, alojado
en el cuartel de Santa Elena, y el segundo de Pavía, en San Roque. Me
dieron plaza en la quinta compañía. Y allí tropecé de nuevo.
Solo habían transcurrido 11 años de la fecha fatídica. El año de 1886,
en las minas de Riotinto, con motivo de la forma criminal de
explotación de aquella Compañía extranjera, que asoló todos los campos
con los humos de sus calcinaciones en muchas leguas a la redonda, se
organizó una manifestación pacífica, de todos los pueblos vecinos,
pidiendo la intervención del Gobierno.
Y el Gobierno intervino, enviando a Riotinto el segundo batallón de Pavía, de guarnición entonces en Sevilla.
Los pueblos, en actitud pacífica, estaban reunidos en la plaza. Los
soldados, por órdenes de sus jefes, hicieron fuego contra la
manifestación y dejaron la plaza sembrada de cadáveres. Jamás se supo el
número de muertos. Según testigos presenciales, fueron muchos
cientos.Con motivo de estos sucesos, se instruyó proceso al batallón.
Los jefes salieron libres, pero los soldados fueron condenados a
reclusión en su cuartel, privándolos de las horas de paseo.Doce años
después, fui yo a ese batallón, que aún estaba sujeto a condena. Y la
sufrí. ¡Cosas de España¡. Finalmente cuando estábamos con el pie en el
estribo, para embarcar rumbo a Cuba, terminó la guerra y volvimos a
casa.
Sus lecturas más frecuentes fueron al principio El Correo de Andalucía,
que él describe como carca, más adelante siendo socio del Casino
Republicano comenzó a leer El Liberal de Sevilla, y de Madrid El País de
clara tendencia republicana. También España Nueva, el rotativo más
apegado a los obreros. Sus lecturas se complementaron con El Motín, Los
Dominicales y Tierra y Libertad, todos estos contribuirían a fundamentar
su primigenio movimiento obrero de un modo natural. Entre sus libros,
Las Ruinas de Palmira de Volney ayudaron a desprenderse de cualquier
raíz religiosa.
En 1904 cuando nace su hijo, ya es un joven con las ideas
claras, una madurez cimentada en ideales de igualdad, equidad, respeto o
justicia. Un hombre preparado, aunque con una formación prácticamente autodidacta.
En busca de nuevas oportunidades, con la influencia de un primo
hermano, contador en un tajo de paleros, a la altura de 1907 se aloja en
su casa de Riotinto, una humilde choza elaborada a brazo. Salí de
mi casa y de Aroche, con una muda de ropa y un pan en un saco, una manta
al hombro, dos pesetas en el bolsillo.
Las minas de Riotinto, en aquel tiempo, eran un coto cerrado.
No se admitía a ningún hombre que llegase de fuera. Sólo una puerta
teníamos los extraños, para entrar. Los contratistas. En Riotinto había
muchos. Generalmente, viejos mineros, en su mayoría gallegos, que conseguían relacionarse con algún jefe inglés. Los jefes eran todos ingleses.
Por mediación de mi primo, entré a trabajar con un contratista, el tío Sebastián Sarteneja. Ocho días después, entré en la mina. Principié a trabajar en Riotinto en las postrimerías del año 1908.
A la sazón, era director de la mina un tal Mr. Palmer. No recuerdo
haberlo visto ni de lejos. No tenía mala historia. Era en la mina, más
que nada, una figura decorativa. El subdirector, Mr. Gordon Douglas,
jefe a la vez del departamento del Sur, era quien llevaba la batuta.
De la mina dependía exclusivamente la vida de todos los pueblos de la zona minera:
Nerva, con 16.000 habitantes. Riotinto y Zalamea la Real con 12.000
cada uno, Campillo con más de 3.000. Además, una porción de pequeñas
aldeas diseminadas en los contornos.
Debuté como minero, partiendo piedras con una marra de once libras, en el banco de San Pedro, el primero de mineral, en la Corta del Pueblo.
Verdad que la Compañía tenía en cada banco un “sotero”, esto es, un hombre que no tenía más misión que mirar
y, si veía desprenderse una piedra, dar la voz de ¡sota! a los que
estaban debajo. En más de una ocasión, la piedra llegaba abajo antes que
la voz del sotero. Y, en todo caso, como la gente no puede ver por
dónde la piedra viene, a veces uno corre para salirle al encuentro.
Nerva era una población importante. Pero la vida allí, como en los demás
pueblos de la zona, estaba completamente mediatizada por la Compañía.
Los ojos de los “guardiñas”, policía de la Compañía autorizada por el
Gobierno español,lo escudriñaban todo. Y una denuncia de un guardiña
equivalía a una expulsión de toda la zona minera. La mina mantenía su
control, así la única puerta de entrada en la mina, era el ferrocarril
propiedad de la Compañía, la cual disfrutaba de la facultad de prohibir
en sus propiedades el tránsito a cosas y a personas. El primer encargado en la piquera, era Ramón Narro, hermano de
los dos capataces. Un día que yo entraba al trabajo en el turno de la
tarde, al llegar me dijo Ramón: Llégate a la oficina, que mi hermano
Paulino quiere verte…. Eran cosas de mi primo. Aquella misma tarde me
colgué de la cuerda. Cien hombres que trabajaban en el banco estaban
pendientes de mí. Me percaté de mi situación. Hice de mis tripas corazón y no di una pifia.
Aquella tarde me dieron la alternativa. Siete años estuve en aquel
trabajo. Mr. Henry Debry, pidió informes de mí, José Guerra, capataz
mayor del departamento, le dijo: -Es el mejor saneador de todos los que
tengo a mis órdenes.
Lunar conoce mas adelante a Manuel Navarro, un
viejo aldeano de aquellos predios que, arruinadas sus tierras por la
acción de los humos sulfurosos de la mina, tuvo que avenirse a ser
empleado de la Compañía.Disconforme con la conducta de los ingleses,
protestó y lo expulsaron. Perdió su patrimonio y su empleo. Se retiró a
la capital y fundó un periodiquito, “La Marsellesa”,
con el propósito de pelear contra la Compañía. Fracasó. Se recluyó en
una vieja casona que conservaba en Nerva, dedicándose a vender copas de
aguardiente. Llegaba, pedía mi copita de “amílico”, hojeaba la prensa y
me marchaba. Debido a mi asiduidad, pronto intimamos. Manuel Navarro y
él se confiesan inquietudes y terminan haciéndose amigos.En Nerva había
un impresor, Emilio Demedio. Tenía una “minerva” que podía servir para
tirar nuestro periódico.
Por veinticuatro pesetas nos haría un periodiquito de medio
pliego y cuatro páginas.Convenido.Prepare usted el original y el próximo
domingo tendremos “Marsellesa”.-“La Marsellesa” murió. Dejémosla en paz. Haremos “La Frontera”, ya que estamos cerca de la portuguesa.
Un acontecimiento de suma importancia vino a agravar más aún la situación de los obreros de las Minas de Riotinto: el cambio de director. El viejo Mr. Palmer se jubiló y vino a sustituirlo Mr. WaIter J. Browning, de triste recuerdo. Mr. Browning llegó a Riotinto el día 10 de Enero de 1910.
Y aquella noche se hundieron dieciséis pisos de la contramina del Pueblo.
Fue un mal presagio.No hubo desgracias personales. Pero la plaza, que
veinticuatro años antes dejó sembrada de cadáveres el Gobierno de España
al servicio de intereses extranjeros, se partió por el mismo centro. En
aquella plaza está la Casa Ayuntamiento, y la casa de Dios. La casa de
Dios y medio pueblo se fueron al abismo, en protesta seguramente contra
el nuevo huésped.
No sabemos de dónde sacarían a Mr. Browning para llevarlo a Riotinto.
Posiblemente de alguna colonia inglesa del África.Cuando al día
siguiente de su llegada salió a la calle y vio por primera vez a los
obreros de la mina, hizo un comentario:
-¡Cómo! ¿Estos son los trabajadores de Riotinto? ¡Si parecen todos capitalistas! ¡Yo les quitaré la corbata y las botas! .
Y se las quitó.
Al día siguiente, ordenó suprimir todos los adelantos, que
consistían en que a algunos trabajadores, en atención al peligro o a lo
mal retribuido de su trabajo, se les daba una o dos peonadas por semana,
en faenas livianas a realizar después de su trabajo normal.
“La Frontera” seguía efectuando su labor. Pero su campo de acción
era muy limitado. Yo deseaba que nos oyesen en España. Ninguno de
nuestros líderes sabía escribir. Había que aprender. Y comencé yo a publicar en “La Frontera” algunos pequeños reportajes
de actualidad local, buscando siempre la vena humorística.
Naturalmente, firmaba con un seudónimo cualquiera, pero la gente
principió a celebrar mis escritos y a animarme. Firmando como “El
Cadete”.
Lunar en Río Tinto se convierte en uno de los principales
líderes sindicales en el movimiento huelguístico entre 1912 y 1920,
representando a la Villa de Nerva. Su peso en el movimiento
obrero contra la Compañía es destacado, es organizador del Sindicato
Ferroviario de Río Tinto, Sección de Nerva. Llega a ser Concejal
socialista en el Ayuntamiento de Nerva. Participó en la constitución del
Sindicato Minero de Riotinto y de la AS de Nerva (Huelva) en 1913.
Junto con Eladio Fernández Egocheaga, que llegó a Riotinto en 1912,
enviado por el secretario general de la UGT Vicente Barrio, fueron los
principales impulsores de la organización socialista de dicha zona
minera.Responsable del Comité de Huelga. Sufre la cárcel varias veces.
En su madurez como líder, viaja a Madrid “tal vez el único respiro de su
vida” como indica el Institucional.us.es, conoce a Nakens, Barriobero,
Largo Caballero y Besteiro, incluso llega a entrevistarse con Eduardo
Dato. No es del todo aceptado y recibe algunas criticas y desaires. Al
fin y al cabo el Sindicato Ferroviario era más cosa suya que de otros.
El ingeniero Gordon Douglas, apodado ‘Don Diablo’.
La mina se silenció con la huelga de 1912. Los obreros pararon.
Las mozas sirvientes de los ingleses entregaron la escoba y el
estropajo. Las amas de cría, entregaron los niños. La brigada de los
obreros de la higiene de Riotinto, ajenos a la mina, entregaron los
bártulos de su trabajo al alcalde. La mina, donde de ordinario había un
ruido infernal, parecía un cementerio.
A los pocos días de huelga comenzó a llover, pero duro. Creo que
San Pedro, encargado de las puertas del cielo, al ver holgar a los
trabajadores de la higiene, se metió a esquirol y limpió las calles con
agua.La iglesia, que seguramente desde el hundimiento de la mina a la
llegada de Mr. Browning estaba dañada, con el temporal se agravó. La huelga duró treinta y tres días.
Hasta el último momento, artimañas y embustes pretenden doblegar y
devolver a la normalidad la mina.-“A última hora, el Director se niega a
firmar el laudo.
Ni corto ni temeroso, edita un pasquín informativo a horas de retornar al trabajo, bajo un rumor falso de acuerdo sin firma.
–¡Que nadie vaya al trabajo.
Félix Lunar
Aquel día firmó Mr. Browning. Y al día siguiente se reanudó el trabajo, el
10 de Septiembre volvió a funcionar la mina. Pero Lunarnunca más volvió
a ella, y tal y como él se define ahora era “un chupacuotas”.
Concha Espina en su novela “El metal de los muertos”
se hizo eco del proceso de oxidación que sufrieron las vagonetas a
consecuencia de la huelga y cuyo alto coste fue asumido por la Compañía
sin rechistar.La autora estuvo de visita en Nerva acompañada de su hijo,
Lunar los asistió.
En aquel tiempo fue promulgada una real orden por el ministro de Gobernación, anulando los alcaldes de real orden en toda España, excepto en Madrid y Barcelona.
Fuimos repuestos en nuestros cargos los seis concejales socialistas que
estábamos suspensos. El Ayuntamiento de Nerva lo integraban dieciocho
concejales y doce éramos socialistas. Aplicamos la escoba y barrimos
toda manifestación de servilismo en la administración municipal.
Nombramos alcalde a Don José Díaz del Real (1), primer alcalde socialista que hubo en España.
A mi querido amigo Díaz del Real se le subió la alcaldía a la cabeza y
creyó que Nerva era un cuartel y él mismo capitán general. Pronto
chocamos, el despotismo ilustrado no lo sufrí nunca. Y con Del Real
llegué a considerarme incompatible. Para evitar males mayores, dejé de
concurrir a las sesiones del Ayuntamiento. A la sazón era yo concejal
síndico. La Agrupación Socialista tomó cartas en el asunto y convocó a
una junta general para tratar mi caso.
Tomé la palabra y dije:
Queridos compañeros, mi actitud se explica en pocas palabras. No
voy al Ayuntamiento porque allí está este hombre (señalando a Del Real) a
quien considero incompatible con todos los hombres honrados.
Fue un mazazo. Del Real metió la cabeza entre las piernas. Se
hizo un silencio asfixiante, como para sentir volar una mosca. Pasados
unos momentos, lo rompió Sicilia, preguntando:
-¿Hay quien desee decir algo más?
¡Silencio!
-Se levanta la sesión.
(1) José Díaz del Real Gómez natural de Estepona, militar y político, hijo del también militar Manuel Díaz del Real y Marmolejo. Abandonó
la carrera militar para dedicarse a la política, ingresando en el PSOE
en diciembre de 1917, fue elegido alcalde de Nerva (Huelva),
convirtiéndose así en el primer alcalde socialista de España, cargo que
ejerció desde el 1 de enero de 1918 a 1920. En julio de 1918 la
UGT y el Diputado Barriobero instaron al Ayuntamiento de Nerva para que
formara parte de una manifestación a favor de la construcción de la
estación ferroviaria. Entre 1918 y 1919 se sucedieron paros parciales en
la Riotinto CompanyLimitedcomo medio reivindicativo de los
trabajadores, coincidiendo con la reorganización del sindicato minero.
También se produjo por aquellas fechas la aparición del “Sindicato
Único”, auspiciado por la CNT. También en 1918, este alcalde logró que
las empresas mineras de Riotinto y Peña de Hierro diesen empleo a los
obreros parados, remediando así la grave crisis que atravesaban los
pueblos de la Cuenca Minera (Huelva). A principios de 1919 colaboró con
la Riotinto Company Limited para abrir en Nerva una “cocina económica”
para los más necesitados.
Las desavenencias tuvieron que tocar un techo muy alto y nunca
bien explicado, , tales tuvieron que ser las circunstancias que aquella
decisión de emigrar a los Estados Unidos no sería bien entendida, en un
hombre de su recorrido, valía y generosidad.
El día 11 de Mayo de 1920 me arranqué de mi mujer y mis
hijos para seguir tropezando por el mundo. El 27 del mismo mes, embarqué
en Málaga en un barco francés que me trajo a América. El 8 de
Junio llegué a Boston. El 9, a Nueva York, donde desembarqué. Y el 13, a
Canton (Ohio), que era mi destino. Al llegar a Canton, tenía quince
dólares..

En Canton encontré a algunos amigos que, habiendo salido de Riotinto unos meses antes que yo,
y como yo huyendo del hambre, eran ya hombres de negocios. Regenteaban
hoteles, restaurantes y panaderías.Uno de ellos, dueño del hotel donde
dormí la primera noche en América, al día siguiente de mi llegada a
Canton, me invitó a dar un paseo en su automóvil propio, a Alliance,
pueblo del mismo estado y distante unas cincuenta millas donde residían
otros amigos naturales de Riotinto. Trabajaban en una gran fábrica de
hierro, la “American Steel”. Industria de acero pesada, grandes piezas,
fundición y montaje. Al saludar a los amigos, me vio el encargado de dar
empleo y me ofreció trabajo. Debía desempeñar nueve horas por día y me
abonaban diez, a razón de cuarenta y cinco centavos la hora. Esto es,
veintidós pesetas y media al día. ¡Veinte pesetas diarias más que siendo
“chupacuotas”.
Comunidad de españoles en Canton (Ohio).
Canton y su industria durante mantuvo una demanda de operarios constante.
La presencia de una comunidad española era un hecho y así celebraban
onomásticas y refrendaban sus raíces con teatros, cantos o jugando al
futbol, al mismo tiempo que se iban incorporando a la cultura que les
había acogido. Muchos de ellos no regresaron, echaron raíces y hoy sus
descendientes se reparten por todos los Estados Unidos. De Ohio fueron
notables como Thomas Edison, el Presidente McKinley y más adelante los astronautas John Glenn y Neil Amstrong entre otros.
Cuando en Junio de 1920 entré en la “American Steel”,
había allí más de quinientos españoles trabajando. Yo tenía el número
3.035. En Febrero de 1921 cerró la fábrica, quedaba un español:
el número 3.035, al cerrar la “American Steel”, cerraron casi todas las
fábricas de Norteamérica y me refugié en las minas de carbón en West
Virginia. Allí me sorprendió la gran huelga minera de 1922. Salí bien
porque saqué el pellejo íntegro. A uña de caballo me salté el río Ohio y
me amparé en Brillant, del Estado de Ohio. Pasé a Pensilvania. Rodé
tres años por las minas de carbón. Todas eran peores.
Y en Abril de 1924, aburrido, me fui a California. Me detuve en Crockett, cerca de San Francisco. Trabajé
un año en una fundición. Disgustado con las condiciones de trabajo, lo
dejé y me fui al campo. Ese fue siempre mi mejor ambiente. En los campos
californianos he trabajado veintinueve años ininterrumpidamente. He
sido cazador de topos y ardillas. He plantado miles de parras, naranjos,
limoneros y aguacates. He sacado el brazo derecho casiinútil. Hoy, si
se me antoja una naranja, o un aguacate, tengo que robarlo o comprarlo.
Recuerda triste sus últimos días en Riotinto. Una organización social absurda limitó mi acción. Responda ella. Estoy amenazado de cumplir setenta y siete años. He trabajado más de sesenta y cinco en las faenas más duras y peor retribuidas que ejecutan los hombres.
Hoy, comprendido en la ley del Seguro Social,
recién promulgada por el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica
me dan una modesta pensión que me permiten esperar mi último momento con
relativa tranquilidad, sin exponerme a sufrir la afrenta de pedir una
limosna. Cosa, además, que yo no hubiera afrontado nunca. Sólo me resta
un deseo. Abrazar a mis hijos. Si esto no me fuere posible, ya saben que
mi último pensamiento será para ellos.
Por lo demás, estoy listo. Y como nunca me gusta hacerme esperar,
tengo mis cuentas hechas y el “lío” al hombro. Lo que venga después, no
me importa. Confío en que me pondrán donde no estorbe. Brea
(California), 24-9-1955.

En su peregrinación Americana,
coincidió con muchos otros españoles,
como él olvidados, y como él casi desconocidos. Todos buscaron en esas
tierras nuevas oportunidades, todos se alejaban de algo que pudo más que
ellos: el hambre o la dignidad. Allí convivieron y compartieron
recuerdos y lagrimas. Recientemente salió a la luz un magnífico libro
INVISIBLE IMMIGRANTS
(Spaniards in the US 1868-1945), recoge fotografías de aquellos
españoles venidos de todas las provincias, aquellos EMIGRANTES
INVISIBLES. Una excelente web “Los inmigrantes españoles en los Estados
Unidos” o el grupo de
Faceboock Spanish mmigrants in theUnitedStates
sirven hoy como vehículo para la comunicación de generaciones de
descendientes de aquellos españoles. Ni olvidados ni desconocidos.
Félix Lunar López, minero. Uno de los precursores del sindicalismo minero onubense. Residió cuarenta y cinco años en Estados Unidos. Aroche lo homenajeó reeditando su libro y dedicándole el Salón Cultural Félix Lunar en su memoria. UGT Andalucía inauguró en Huelva el Centro de Formación “FELIX LUNAR”.
Félix Lunar López falleció en California en 1965. Descanse en Paz.
Muchos que se dicen sindicalistas, debiéran reflexionar sobre el honor que les corresponde al representar a otros trabajadores. Lunar fue un ejemplo de integridad, eso que tanta falta hace actualmente. Quien tenga oidos, que escuche.
…Otros historias paralelas en las que irrumpen otros Onubenses como: Odón Betanzos, el mismo Juan Ramón o gente más de a pié como Eduardo Criado Requena o Paco Guerra, merecen otro capítulo. 2 Parte en breve.
Fotografías:
Manuel Aragón (fotos de Lunar)
Archivo fotográfico Fundación Pablo Iglesias. Félix Lunar tamaño carnet.
Archivo de la Spanish Immigrants in the United States.
Fundación para el Desarrollo de los Pueblos de Andalucía.
Referencias:
A Cielo Abierto: de Riotinto a Norteamérica. Félix Lunar.
Autoformación de un Líder democrático: Félix Lunar 1878-1920. José Romero Delgado.
A Cielo Abierto: de Riotinto a Norteamérica. Reedición del libro de
Félix Lunar. La Fundación para el desarrollo de los pueblos de
Andalucía. 2007.
Archivo Histórico Minero de la Fundación Rio Tinto. Juan Manuel Pérez López.
Las Migraciones desde una perspectiva histórica. Vicente Castelló Roselló
2011. La Revista Andalucía en la Historia, le dedicó un artículo en 2009.